3... 2... 1... Acción. Desde chiquito fui un "hacedor", un perro cero pensante. Lo que me venía a la cabeza lo hacía, o peor aún, lo que mi instinto decía, lo hacía sin dudar. Eso tiene cosas buenas y cosas malas, como todo. Lo bueno era que no me reprimía nada. Si quería ladrarle a alguien, le ladraba de una, por más que fuera el mejor amigo de Chano (o el que fuese). Y lo malo era que, a veces, hacía cosas de las que después me arrepentía. Como la vez que hice popó en la alfombra del living... ¡flor de reto me ligué! Guauuu!!
Lo cierto, para bien o para mal, es que yo era muuuy aventurero. Lo sigo siendo, pero con 12 años encima, las cosas cambian mucho. No puedo seguir haciéndome mucho el "pistola" 😂. Me gustaba mucho jugar con mis dueños, también con Trapito (mi amigo que les presenté en los primeros capítulos) y... bah... con todo el mundo. No me quedaba quieto ni un segundo, parecía que tenía hormigas en la pancita, pero, por suerte, tenía ravioles recién hechitos... guau! guau!
“Todos los problemas provienen de obsesiones.”
Esa frase la tengo siempre en mi cabeza. Aunque todavía no la pude demostrar acabadamente, la siento tan real como que 1 + 1 = 3... digo... 1 + 1 = 2... perdón, nunca fui muy bueno para las matemáticas. Más adelante seguramente retomaremos esta querida frase.
Lo que para mí, por ahora, quiere decir esa frase, es que la mayoría de las obsesiones generan problemas. Cuando uno está obsesionado con algo, lo que sucede es que uno está pensando siempre acerca de lo mismo, rumiando sobre el mismo pensamiento una y otra vez (y menos mal que no somos vacas 😂). Eso inevitablemente genera problemas, dado que todo en la vida varía, cambia, nada permanece constante repitiéndose una y otra vez (tal como se dijo en el posteo "Kid Warrior"). Lamentablemente, eso es lo que quiere hacer la obsesión: dejarnos en un estado de inacción, estáticos, girando siempre en el mismo lugar.
Por esta razón, es la acción el antídoto contra la obsesión. Es la que nos viene a salvar frente a las fuerzas de la oscuridad... digo... frente a las fuerzas de la quietud y la fijación. Llevando a cabo acciones concretas, nos permitirán salir de nuestra mente, reconectándonos con el presente, con el ahora... como diría Jorge Kurteff: "Trabajar, trabajar, trabajar, con alegría. No porque trabajar simplemente nos alegre, si no porque trabajando, la mente no molestará".
Ahora me pregunto, dado que la obsesión proviene de la mente, ¿qué tal si realizáramos acciones (no solo pensáramos), pero éstas fuesen siempre las mismas, repetitivas... seguiría siendo una obsesión? Yo diría, siendo fiel a mí mismo, que depende, todo depende. Levantarse todos los días a la misma hora, desayunar e ir al trabajo, es ultra repetitivo, pero difícilmente nos genere un problema. Más bien, nos habitúa a la necesidad diaria de ir a trabajar, a ganarnos el "pan de cada día" 😊. Mientras que si una persona tiene que echarle llave 5 veces a la puerta de la casa porque no está segura de haberlo hecho aún, ese es otro cantar, completamente diferente. Por eso, citando nuevamente a "Jarabillo" de Palo: "... depende, todo depende...".
Nos vemos en el próximo posteo! Guau! Guau! 🐶
Comments